Diversos expertos en estos temas, como los psicoanalistas, defienden la teoría de que el proceso de amar a otra persona se divide en tres fases.
Primer paso: fase de la proyección. En ella vemos (o nos lo parece) un aspecto o una parte de la otra persona igual a una parte de nuestra propia persona.
Segundo paso: fase identificativa. Empezamos a pensar que el otro (en efecto) tiene una parte similar a la nuestra: nos identificamos con él, como si fuéramos el mismo.
Tercer paso: desplazamiento e inclusión. Empezamos a querer en él esa misma parte que cuido y quiero en mí y al mismo tiempo, odio en él esa misma parte que rechazo en mí.
Primer paso: fase de la proyección. En ella vemos (o nos lo parece) un aspecto o una parte de la otra persona igual a una parte de nuestra propia persona.
Segundo paso: fase identificativa. Empezamos a pensar que el otro (en efecto) tiene una parte similar a la nuestra: nos identificamos con él, como si fuéramos el mismo.
Tercer paso: desplazamiento e inclusión. Empezamos a querer en él esa misma parte que cuido y quiero en mí y al mismo tiempo, odio en él esa misma parte que rechazo en mí.
Así llegamos a la idea de que muchas veces, cuando criticamos las cosas que no nos gustan de un ser querido, lo que en realidad estamos criticando son las partes que no nos gusta ver en nosotros mismos.
Taj Mahal
Aquí podeis observar el Taj Mahal, mausoleo al amor, que simboliza la historia de amor entre el rey Shah Jahan y su esposa Mumtaz Mahal. El Rey del Mundo (nombre que tomó al coronarse) sufrió la peor tragedia de su vida cuatro años después de subir al trono: la repentina muerte de su esposa al darle su decimocuarto hijo, la Perla de la Corona. En su lecho de muerte, la reina le pidió a su rey que construyera en su memoria un monumento sin igual en el mundo... Veintidos años de constucción, pero incluso en sus últimos años, prisionero en el Fuerte Rojo desde donde contemplaba el Taj Mahal, no fueron suficientes para el olvido.
Para dar una visión algo menos técnica, me gustaría citar a Joseph Zinker, que define el amor como “el regocijo por la simple existencia de otra persona”. Esto significa que amar, es independiente de lo que lo amado haga, diga o tenga; que mi amor no depende de que lo amado esté a mi lado o se vaya; que cuando amo no me aferro, no manipulo, no presiono. Que amar es la aceptación total del otro.
Os dejo con uno de mis poemas preferidos, de Jorge Bucay, que refleja muchas de las cosas que yo he intentado expresar aquí.
Quiero que me oigas sin juzgarme.
Quiero que opines sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mí sin exigirme.
Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mí.
Quiero que me cuides sin anularme.
Quiero que me mires sin proyectar tus cosas en mí.
Quiero que me abraces sin asfixiarme.
Quiero que me animes sin empujarme.
Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí.
Quiero que me protejas sin mentiras.
Quiero que te acerques sin invadirme.
Quiero que conozcas todas las cosas mías que más te disgusten.
Quiero que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas que hoy cuentas conmigo sin condiciones.
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